Haz lento las cosas

← Volver al índice

De pequeños nos preguntaban qué queríamos ser: médico, abogado, arquitecto… Pero nadie nos preguntó qué queríamos hacer para levantarnos sin pereza, con ganas de vivir el día.

Cuando uno dice que quiere vivir de lo que le apasiona, aparecen los sabios de siempre:
—“Eso no da dinero.”
—“Eso no es trabajo.”
Y así, a base de miedo, te apagan el fuego.

A mí me pasó.
Durante años llevé una doble vida:
por la mañana, profesor;
por la tarde, entrenador.
No me cansaba del trabajo, me cansaba de creerme el discurso de otros. Me quedé con las lentejas seguras, pero sin hambre de verdad.

Hoy mis hijos están eligiendo su camino. Y cada día les repito:
—“Descartad lo que no queréis. Y cuando encontréis lo que os gusta, id todo recto.”
Nosotros, los padres, a los lados. No para sostener, sino para acompañar. Si se desvían… colleja y de nuevo al camino.

Lo único que quiero es que vivan con tres ingredientes: talento, disciplina y orden. Si uno falla, estás jugando a la lotería.

Y si se equivocan, no pasa nada. La vida es un videojuego. Estamos solo de paso. Juguemos con ganas.

Si te suena esta historia, quizá aún queda dentro ese niño que soñaba sin miedo.